
Texto de Bel Olid
Ilustraciones de Martina Vanda
Editado por Editorial Fineo
A partir de 8 años
“A Estela le gustan muchas cosas. Le gusta jugar con el agua en la bañera e imaginar que es un delfín pequeño, pequeñísimo, que se mete de un brinco por la regadera y recorre todas las tuberías de la casa.”

Las noticias que últimamente se repiten y que me hacen difícil comprender el mundo en el que vivimos, me han llevado a sacar de las estanterías de nuevo este libro para releerlo y volver a apreciar su importancia y trascendencia como libro de literatura infantil y juvenil.

1 de cada 5 niñas y niños son agredidos sexualmente a lo largo de su infancia. De éstos, un 75% aproximadamente son niñas, cuyos agresores, hasta en un 84%, provienen de su entorno más cercano
Y todo esto teniendo en cuenta que muchos (¡muchos!) casos no se denuncian.

Cuando descubrí este libro (gracias a Laura de La Cuentería Respetuosa) algo se agitó dentro de mi. Un álbum ilustrado para niños que habla sobre el abuso sexual. Y, además, de una manera suficientemente explícita (todo lo que se puede ser cuando va dirigido a público infantil) para que quedara claro cuál era el mensaje final de la historia.
Un libro que plantea el abuso y que grita muy fuerte como hay que reaccionar ante él.
Empieza con un caso que puede ser muy común y que a veces pasa desapercibido: el abuso entre iguales, el que sucede en el aula y que responde a un patrón muy concreto de agresor-víctima, donde la pasividad de la segunda (ya sea por miedo, por baja autoestima, por timidez) lo permite y perpetúa.
Un caso que en esta historia, afortunadamente, no va a pasar desapercibido para la maestra, quien, de forma muy amable pero a la vez muy firme, sienta las bases que, más adelante, van a servir a Estela para escapar de un abuso mucho mayor.

Y es que últimamente jugar con su tío Anselmo se ha convertido en algo muy desagradable. Un juego que, además, debe mantener en secreto… Algo tan desagradable que Estela necesita de su imaginación para fantasear y así disociar su mente de su cuerpo y aliviar el sufrimiento que eso le ocasiona.
Hasta que un día, llevada por una sensación horrible que la recorre de pies a cabeza, y acordándose de los consejos de su maestra, empieza a gritar, a gritar muy fuerte, tan fuerte que su grito viaja atravesando paredes hasta los oídos de sus padres, que acuden al momento para abrazar, consolar y escuchar todo lo que su hija les tiene que contar.

Una historia paralizadora que puede ser un granito más de arena para trabajar la asertividad, la autoestima y el respeto hacia uno mismo, para dejar claro que no hay que permitir que nadie nos haga daño, y si llega tal situación, hay que gritar muy, muy fuerte.

Pienso que yo soy (fui) una de esas cinco y que, afortunadamente, sí supe gritar cuando tuve que hacerlo.
Pienso que muchas niñas (y niños) no han aprendido a gritar y un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
Este libro debería ser de lectura obligada.

Categorías:A partir de 8 años

