Texto e ilustraciones de Peter Reynolds
Editado por RBA Molino
A partir de 4 años
“La clase de arte había terminado, pero Vashti se había quedado pegada a su asiento. Su hoja estaba en blanco.”
Vashti es una niña que cree que no sabe dibujar, pero su profesora de arte no piensa lo mismo. Cuando ve a la pequeña tan desanimada la alienta a dibujar lo primero que se le ocurra, así que Vashti, llena de frustración, agarra el lápiz y, después un golpe fuerte y seco, aparece un punto en medio del papel. La profesora pide a Vashti que lo firme y, al día siguiente, ese dibujo está enmarcado y colgado en clase. Vashti, emocionada al ver su creación expuesta en la pared, y motivada por ello, de pronto se siente capaz de dibujar puntos mejores que ese. Empieza a experimentar con distintos colores, distintas técnicas, distintos tamaños… y pronto tendrá una exposición de sus puntos en la Escuela de Arte. Obtendrá la valoración y admiración de todos los que visitan la exposición, sintiéndose muy orgullosa de su trabajo. De repente, un niño pequeño se le acerca para alabar sus creaciones, lamentándose de no saber dibujar tan bien como ella. Vasthi le da una hoja en blanco y lo anima a dibujar algo. Luego le pide que lo firme.
Peter Reynolds necesita pocas presentaciones. Entre sus libros destacaría: “Casi”, “El Museo” y, su última publicación, “El coleccionista de palabras”, todos de RBA Molinos.
Este álbum, con las ilustraciones tan particulares y reconocibles de este autor, nos cuenta una historia, desde la convicción de que todos tenemos capacidad para crear, a través de una niña que se siente frustrada porque piensa que no sabe dibujar.
Veremos como la oportuna intervención de su profesora de arte hará que Vashti empiece a confiar en sus posibilidades y se sienta capaz. Es un claro ejemplo de superación y de refuerzo de la autoestima el que nos regala este cuento.
A través de la motivación, la experimentación, la dedicación y el esfuerzo, la niña que inicialmente se creía inútil, acabará siendo la protagonista de la exposición de la Escuela de Arte, lo que demostrará que si nos lo creemos lo suficiente, todos podemos llegar a crear cosas fantásticas. Vashti podrá sentirse muy orgullosa de sí misma viendo como su obra es admirada por todos.
Además, el final de la historia me parece extraordinario: veremos la empatía de Vashti cuando se pone en la piel del niño que está tan fascinado con sus creaciones. Entonces hará con él lo mismo que hicieron con ella y que tanto la ayudó.
Cuando todavía no estaba del todo inmersa en este mundo de la literatura infantil (aunque ya empezaba a interesarme de una forma especial) me recomendaron este libro. Me costó encontrarlo, ya que en ese momento estaba descatalogado, pero finalmente lo conseguí. Sin duda es uno de mis imprescindibles. No concibo mi rincón de literatura infantil sin él.
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