Texto de Esther Méndez

Ilustraciones de Tania Ávila Villalba

Editado por Babidibú Libros

A partir de 4 años

“Este es el cuento de una señorita con mucho arte, se llama Hache y sueña con ser cantante. Hache pinta, baila y toca la flauta, pero cuando canta no pasa nada. Y es que no tengo duda. ¿Quién escuchó cantar a una muda?”

Hache es muda y, aunque puede hacer muchas cosas, no puede hacer lo que más le gustaría: cantar. A pesar de todos sus esfuerzos, es incapaz de emitir ningún sonido. En cambio, sus amigas las vocales cantan de maravilla. Un día A se da cuenta de la razón de la profunda tristeza de Hache y la invita a cantar con ella, segura de que formarán un gran equipo. ¡Y así es! Gracias a la ayuda de A, Hache puede cumplir su sueño y, subida a un escenario, por primera vez podrá oírse sonar junto a su amiga. Tras esta fabulosa experiencia, el resto de vocales también la invitan a formar parte de su espectáculo, así Hache se dará cuenta que con la ayuda y la colaboración necesarias es capaz de superar sus limitaciones y de alcanzar sus sueños. 

Para Esther Méndez esta es su primera publicación en literatura infantil. Seguro que guarda muchas historias más que pronto podremos descubrir.

En cuanto a Tania Ávila, ya cuenta con otros álbumes ilustrados por ella como “Malapata III y la máquina del tiempo”, de Ediciones en Huida, y “En algún lugar de la Mancha”, un libro de poesía infantil de Lastura Ediciones.

Este cuento lleva implícitos valores tan importantes como la inclusión, la solidaridad y la empatía, con una historia que nos hace dar cuenta de la necesidad de apoyar a las personas con alguna limitación o discapacidad funcional para hacer que se integren con la mayor normalidad posible entre todos los demás y que sean (y se vean) capaces, con o sin ayuda, de superar sus propias limitaciones y de alcanzar sus sueños y objetivos.

Hache, como letra muda que es, por más que se esfuerza no puede emitir ningún sonido por sí sola, pero si se junta con cualquiera de las vocales puede sonar maravillosamente bien. Es capaz de conseguir, gracias a la solidaridad y a la empatía de sus compañeras, algo que sola jamás conseguiría. El maravilloso gesto de las vocales tendrá un impacto muy positivo en la autoestima de Hache y hará que se sienta muy satisfecha y agradecida. Además, se dará cuenta que ella puede ser igual de necesaria que cualquier otra letra para poder formar determinadas palabras. 

Un cuento maravilloso, escrito en verso, con unas ilustraciones fantásticas (¡me encantan los peinados de los protagonistas!), que nos ayudará a transmitir a los peques el valor de la aceptación de la diversidad y de la solidaridad entendida como ofrecer ayuda y acompañamiento para que cada uno pueda brillar con su propia luz, una luz existente en todos que en ocasiones está apagada, y sólo hay que encontrar el interruptor para poderla encender 😉

Además, al final del cuento encontramos varias páginas dedicadas a propuestas didácticas que se pueden realizar en casa o en el aula. Nos ofrece una breve descripción de las competencias que se pueden trabajar gracias al libro y, tras esto, sigue con la propuesta de varios juegos de diversidad, con una sopa de letras para trabajar la ortografía y con una página donde se muestran todas las letras del abecedario en lenguaje de signos.

Este álbum ilustrado nos ha llegado a casa gracias a la generosidad de la autora, que nos lo mandó envuelto con el máximo cariño posible y con una preciosa dedicatoria (siempre se recibe mucho mejor un cuento dedicado 😉 ). A Berta y Blai les ha gustado mucho la historia, y sobretodo los originales peinados de los protagonistas, en los que pudieron ir reconociendo las letras :). Después de leer el cuento y ver las actividades que se proponen, la que no pudimos pasar por alto fue la de practicar nuestro nombre en lenguaje de signos. Creo que se podría mejorar bastante, pero no se nos dio nada mal.