
Texto e ilustraciones de Desirée Acevedo
Editado por Pábilo Editorial
A partir de 4 años
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“A veces pienso que eres como la luna, guiando a tantas estrellas brillantes y velándoles el sueño… Otras veces, que eres el sol cantándole a los girasoles, que se voltean con tu dulce voz.”
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E aquí una oda a los maestros, a aquellos que por vocación dedican su jornada laboral a cuidar, acompañar y también a enseñar a nuestros hijos. Aquellos que son Luna para tantas estrellas, que son Sol para tantos girasoles, que son faro para los barcos perdidos, que son rayo de luz para crear preciosos arcoiris, que son pájaro que enseña a volar, que son raíz de un árbol de hermosos frutos, que son tesoro para los piratas más afortunados, son el cofre que contiene miles de canciones, juegos, adivinanzas, bailes, palabras, cuentos y muchas, muchas sonrisas. Aquellos jardineros que riegan cada día la semilla plantada en el corazón de cada uno de sus alumnos.

Una oda convertida en cuento escrita e ilustrada por Desirée Acevedo, que deja su inconfundible sello en cada obra que realiza. Autora más que reconocida en nuestro panorama literario, recientemente ha publicado “Semillas” con Megustaleer, otro cuento dedicado a los maestros y que no dudo que debe ser igual de emotivo que este. También destaco “En mis tiempos”, de Abresueños, escrito e ilustrado por ella y del cual tenéis mi reseña aquí. Encontramos su firma en muchísimos cuentos, en ocasiones como escritora e ilustradora, en ocasiones sólo como escritora, como es el caso de “Niña colibrí” (su última publicación), de Tu Cuento y Tú, o “El mejor regalo” y “Mamá Teje”, de Acualetras Editorial; y en ocasiones sólo como ilustradora, como en “Por siempre jamás” (actualmente en campaña Verkami) de Pirracas Editorial, “La pieza que falta”, de Amigos de Papel, o “¡Podridos!”, de Acualetras Editorial. Y aquí sólo nombro una pequeña parte de su trabajo, que es mucho más extenso.

Este cuento llegó a casa no hace mucho y casi por casualidad. No entraba en mis planes inmediatos tenerlo, pero así lo quiso el destino (y la “subasta” que realizó Laura, de La Cuentería Respetuosa 😉 ). Qué bien que el universo tenga preparadas este tipo de sorpresas de vez en cuando 🙂

Creo que de los maestros y de su labor se ha hablado mucho y muy tendido. Pero yo también quiero dedicarles algunas de mis palabras.
Vivo rodeada de ell@s: familia, amigos (¡muchos!), conocidos… y (sssshhhh, no se lo digáis a nadie) duermo cada noche con uno de ellos. La dedicación vocacional que percibo y siento en cada un@ de ell@s me hace saber que nuestros hijos están en buenas manos, que, mientras existan profesionales que aman así su profesión, todo, absolutamente todo, es posible.

Trabajan por un sueldo, como todos hacemos, pero su labor alcanza niveles que van mucho más allá (lo han demostrado y lo hemos visto en el gran esfuerzo que han hecho durante el confinamiento). Una profesión donde la vocación es el fundamento, donde cada profesional pone su corazón y su alma para ofrecer a sus alumnos, además de conocimientos (y muuuucho más importante), amor, respeto, acompañamiento, cuidados… todo ello de forma incondicional, transmitiendo valores elementales y dejándose la piel antes, durante y después de cada una de sus clases.

Un texto poético que acude a la metáfora para plasmar la esencia de dicha profesión, para contar hasta donde puede alcanzar la figura del docente, un referente casi diario para nuestros peques que deja su impronta en sus almas, en sus cerebros, que se hallan en pleno proceso de crecimiento y maduración.

Son una parte muy significativa de la vida. También lo han sido de la mía, y a muchos de ellos debo agradecerles gran parte de lo que hoy en día soy, tanto profesional como personalmente. La gran responsabilidad que tienen entre manos es tanta que, juzgando lo que veo cada día a mi alrededor, creo que este homenaje se queda muy corto.

Termino con un GRACIAS. En mayúsculas. Gracias por vuestra dedicación, por vuestro compromiso y por vuestra incondicionalidad, que no entiende de clases sociales, de religión, de razas ni de nada que puede enturbiar la cálida mirada que ofrecéis cada día a vuestros alumnos, que (y lo sé a ciencia cierta) son parte de vuestro corazón y los lleváis eternamente con vosotros.
Un post que dedico de forma especial a Bruno, mi english teacher favorito. Love you.
Categorías:A partir de 4 años, Poesía