A partir de 6 años

El escritorio de Emily Dickinson

Texto de David Aceituno

Ilustraciones de Esther Gili

Editado por Editorial Astronave

A partir de 6 años

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“Su escritorio no es gran cosa: medirá unos dos palmos de ancho. Ahí el quinqué se prende solo, el lápiz y la pluma bailan sobre el papel. ¿De donde salen todas esas palabras?”

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Emily, desde su escritorio, a través de las palabras atraídas por su fabulosa inspiración, es capaz de viajar hasta donde su imaginación alcanza: muy, muy lejos. Emily es inquieta, es diferente, no se ajusta a los cánones y se rebela contra los convencionalismos que considera injustos y desproporcionados. A todo ello grita ¡No, no, y mil veces no! Emily quiere ser botánica, astróloga y, por encima de todo, poeta, y no está dispuesta a aceptar el rol de mujer que la sociedad le exige. Su mente independiente no deja de pensar, de imaginar y de crear versos maravillosos que dan magia a cada palabra que forma parte de ellos. Mientras todos esperan de ella que cumpla con las expectativas, ella se pasa las horas viviendo aventuras desde su dormitorio, llenando los buzones de sus amigos con la delicadeza de sus cartas y colmando el cajón de su escritorio de maravillosa poesía, de cientos de poemas que en silencio gritan: “¡Ni más ni menos! ¡Emily soy yo!

El fantástico texto de este álbum es de David Aceituno, autor de varias publicaciones en literatura infantil, entre ellas, también con Astronave, “El barco de Ernest Shackleton” (de la misma serie que “El escritorio de Emily Dickinson”) o “La vida de los monstruos”; y con Lumen (megustaleer), “Encantadas”, también con Esther Gili, “Regálame un beso”, “Las palabras (no) se las lleva el viento” o “Ensueños”.

Las inconfundibles ilustraciones de Esther Gili son el toque maestro de este álbum. Esta ilustradora de reconocido talento también ha puesto su pincel en “Olivia y las plumas”, de Savanna Books,  la saga de “Los Quebrantasueños”, con Tierra de Mú, “El lenguaje de las olas” y “La maceta encantada”, ambas también con Astronave, o “39 semanas”, donde es autora e ilustradora, publicado por Lunwerg Editores (Planeta de libros).

Emily Elisabeth Dickinson (1830-1886) está considerada, hasta el momento, como una de las mejores poetisas estadounidenses. Su obra, cargada de excentricismos tanto por su contenido como por su forma de expresarlo, no vería la luz hasta después de su muerte (excepto 5 poemas que sí se publicarían bajo seudónimo). Casi 2000 poemas se descubrieron en su habitación, donde se pasó prácticamente enclaustrada los últimos 20 años de su vida. Un aislamiento social que solo rompía para mantener alguna relación por correspondencia. La primera vez que se publica oficialmente su obra es en 1890, pero con su contenido alterado para adaptarse a las exigencias de la sociedad del momento. No será hasta 1955 que se publica un libro con sus poemas intactos, dándose a conocer entonces, y sin ningún filtro, la genialidad y la extravagancia de esta autora, que en vida ya dejó claro que ella no era (ni quería ser) como las demás.

En esta biografía para público infantil (o no), con un texto bello y delicado que acaricia la poesía, descubriremos quién fue esta gran escritora, una mujer rebelde en su tiempo que soñaba con ser mucho más de lo que la sociedad le tenía preparado. Una mente brillante que no se iba a conformar con ser según las expectativas de los demás. Una poetisa con un mundo interior inconmensurable que no fue capaz de reprimir sus palabras, dejándolas plasmadas en casi 2000 poemas que la llevaron a sentir y a viajar a mundos infinitos sin necesidad de salir de su habitación. 

La excentricidad de esta mujer determinada que rompía con todos los estereotipos del momento quedó bien retratada en su singular manera de ver la vida. No quería conformarse con ser lo que de ella se esperaba, ella soñaba con ser botánica (y así cuidaba de su jardín a la luz de la luna), con ser astróloga (hasta las estrellas llegaba con su imparable imaginación), pero sobretodo lo que quería ser era poeta: vivía la vida a través de versos que escribía en secreto y guardaba en un cajón, en los cuales todo podía suceder: podía hablar con una abeja o con un petirrojo encorbatado, podía hablar a las flores y dirigirse, de tú a tú, a la belleza, al amor, a la vida y a la muerte.

Y desde su habitación, donde prácticamente pasó los últimos 20 años de su vida y donde paradójicamente se sentía libre y podía ser ella, sin restricciones, se comunicaba con el mundo. A través de su ventana con el exterior y a través de sus delicadas cartas acompañadas con pétalos de flores con sus amigos. Y así nos lo deja conocer esta obra maravillosa.

Este álbum ilustrado viene con unos acabados impecables. Se trata de una edición que, para el goce de nuestros sentidos, nos deja acariciar unas cubiertas de tela maravillosas, y, para más disfrute, contiene unas ilustraciones en unos maravillosos tonos pastel (el inconfundible sello de Esther Gili) que desprenden luz y vida por doquier, y que otorgan un valor incalculable al texto y al álbum en sí mismo.

Debo reconocer que, antes de esta publicación, el nombre de Emily Dickinson me resultaba conocido, pero poco más. Esto demuestra cómo la literatura no tiene edad, y como la catalogada como literatura infantil puede ser una puerta para que cualquiera de nosotr@s disfrute y aprenda.

Encantada estoy de haber decidido abrir este blog, que cada día me acerca a conocer y a saber más, y a interesarme por muchísimas cosas que hubieran pasado desapercibidas ante mi.

Una joya de libro que engrandece nuestra bonita biblioteca familiar.

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