
Texto e ilustraciones de Pablo Bernasconi
Editado por Catapulta Editores
A partir de 4 años
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“Una soleada tarde de otoño, Ciervo decidió salir a caminar. Pero el paseo duró poco – ¡Qué lástima! Y cuando levantó la mirada… notó que eso que caía del cielo no era lluvia. ¡Era jirafa! -¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? -Es que me di cuenta de que no sé cómo me veo, no sé cómo es mi rostro… ¡No sé cómo soy, y eso me pone muy triste!”
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Jirafa está triste porque nunca se ha visto en un espejo. De hecho, aunque sabe mucho de fruta, de viento y de nubes, nunca ha visto uno. Ciervo, por eso, está dispuesto a buscar ayuda para que Jirafa, de una vez por todas, pueda saber cómo es. Para ello, pide a dos pájaros que vuelen hasta poder ver la cara de Jirafa y que le cuenten cómo es, aunque no van a poder ponerse de acuerdo en describir lo que han visto. Después, Mono, dispuesto a echar una mano, trepa por el cuello de Jirafa y, al regresar, da una definición un tanto confusa que no convence a nadie. Entonces aparece el adorable Conejo, que tras saber lo que trae de cabeza a ese grupo de animales, no duda en dar su opinión (un tanto filosófica 😉 ) sobre lo abstracto y subjetivo de la belleza. También Cocodrilo (que no puede descansar debido a tanto alboroto) ofrecerá su interesada ayuda… que, afortunadamente no será aceptada. Y por último, aparece en escena Flamenco, que tiene claro quién puede ayudar a Jirafa: el sabio Topo. Sin tampoco entender de espejos ni ver más allá de sus narices, Topo dará la única descripción con la que Jirafa va a estar completamente de acuerdo.

Este genialísimo álbum ilustrado es del escritor e ilustrador argentino Pablo Bernasconi. Debo reconocer haberlo descubierto muy recientemente, pero me he quedado maravillado con toda su obra. Entre sus publicaciones destacaría, por ser el hermano de éste que hoy reseño, “Burundi. De falsos perros y verdaderos leones”, también de Catapulta, “El zoo de Joaquín”, de Kalandraka, “Retratos”, de Edhasa, “El brujo, el horrible y el libro rojo de los hechizos”, de Beascoa, o “El diario del capitán Arsenio”, de Lumen.

Esta historia, junto a sus hermosas y genuinas ilustraciones, nos va a hablar de belleza, pero no de la belleza que pueden ver nuestroa ojos, sino de la belleza que percibe el alma, aquella invisible pero que, en realidad, es la que verdaderamente importa, aquella en la que debemos fijarnos y en la que debemos confiar.

Conocerse a uno mismo y conocer a los demás es esencial para poder relacionarse y socializar con nuestros semejantes. Pero ¿qué significa conocerse? ¿Qué es aquello de nosotros que debemos saber y que los demás deben conocer? Evidentemente, esa respuesta no la vamos a hallar en un espejo.

Jirafa está muy triste porque nunca se ha visto y no sabe cómo es. Le gustaría tanto saberlo que buscará ayuda en los demás animales, quienes, sin problema, estarán dispuestos a echarle una mano. Todos y cada uno de ellos, en cuanto la vean, van a limitarse a describirla físicamente bajo el gran paraguas de la relatividad, que hará que ninguno lo haga de la misma manera. Sólo uno va a saber fijarse en su verdadera belleza, en la realmente importante, en la belleza interior. Topo, un animal prácticamente ciego, la mirará desde el corazón y conectará con su verdadera esencia, y será con su descripción cuando sienta por fin que la han reconocido.

Un relato cargado de humor y con monólogos y diálogos muy muy graciosos (muero de risa con el Conejo filósofo), que nos mostrará la importancia de la identidad de cada uno, que debe pasar siempre por un adecuado autoconcepto que va mucho más allá de nuestro aspecto físico, y de una adecuada autoestima que nos permita reconocernos y valorarnos independientemente de la opinión de los demás (que queda claro que puede ser muy variable y para nada objetiva).

Además, veremos una bonita comunión entre varios animales, todos muy diferentes entre sí, pero todos dispuestos a cooperar más o menos desinteresadamente para echar una mano a la triste Jirafa, que de repente se ha dado cuenta que no sabe quién es y tiene la urgente necesidad de saberlo.

Burundi es un país centroafricano considerado de los más pobres del mundo, y la elección de este lugar para que sea parte del título de dos de sus cuentos no creo que sea casual. Cuando descubrí qué escondía esta palabra, todavía cobró más sentido toda esta historia, que me parece creada con un tacto y una delicadeza sublime.

Quiero proclamar que ¡me ha encantado!, y a mis peques los ha llevado (un poco dirigidos por mis preguntas… jeje) a reflexionar sobre la importancia real de nuestro aspecto físico y lo que realmente debemos valorar, tanto de nosotros mismos como de quienes elegimos para compartir nuestra vida. Aún tras esa reflexión, por eso, mi hija de 8 años hubiera querido apartar esa pequeña y tan oportuna nube de la última página
Categorías:A partir de 4 años