
Texto de Mireia Rios Esteban
Ilustraciones de Mariona Ríos Pérez
Editado por Salvatella Editorial
A partir de 4 años
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“Últimamente las cosas en casa son diferentes. Los padres siempre estamos por allí, y pienso que esto a Bernat le gusta mucho, pero a medida que pasan los días está más inquieto y se ha convertido en el portero del piso. Independientemente de donde esté, cuando oye cualquier ruido cercano a la puerta, como por ejemplo las llaves, o cuando se abre y se cierra el ascensor, corre tanto como puede en esa dirección.”
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El confinamiento ha traído muchos cambios en nuestra vida; nunca habíamos vivido una situación semejante. En esta historia conoceremos a Bernat, un niño de poco más de un año que, de repente, se encuentra atrapado en casa, y sus rutinas, de la noche a la mañana, dejan de ser las que eran. A la vez, sus padres intentan sobrevivir y adaptarse lo mejor posible a la nueva situación para poder ofrecerle a su hijo, aunque sea en estas extrañas circunstancias, la mejor educación posible. Además, paralelamente, gracias a las conversaciones imaginarias entre Bernat y su Koala Trip, podremos reflexionar sobre la emergencia en la que se encuentra nuestro planeta, al cual, de repente y sin pretenderlo, le hemos dado un pequeño respiro y le hemos permitido resurgir (aunque sea discretamente).

A Mireia Rios, madre de familia y licenciada en administración y dirección de empresas, le encanta dedicar su tiempo libre a escribir y, de la combinación de su pasión y del confinamiento vivido hace unos meses, nace su primer libro, “El balcón mágico”.
La artista Mariona Ríos, licenciada en Bellas Artes especializada en acuarela, ha dedicado gran parte de su carrera profesional al diseño gráfico y a la ilustración y, más recientemente, con el máster en diseño escenográfico, también dedica gran parte de su actividad creativa a esta otra faceta artística. Para ella, esta publicación también es la primera en la que pone sus colores.

La reseña que escribo hoy la escribo, más que nunca, con el corazón en la mano, ya que con estas dos autoras, más allá del amor por la literatura, me une algo muy especial: ¡somos paisanas! Yo hace unos años que no vivo en “mi pueblo”, Vilafranca del Penedès (aunque allí están mis raíces y gran parte de mi familia), y Mireia Rios no sabía de mis orígenes cuando se puso en contacto conmigo. En su presentación, me comentó de dónde era ella como un dato más y… ¡imaginad mi emoción! Rápidamente, y llevada por mis agradables sensaciones, mi interés por su obra se multiplicó y no pude más que aceptar su ofrecimiento y agradecer infinito su interés en mi blog y en mis reseñas.

Y hace unas semanas que recibimos “El balcón mágico”, una obra escrita durante el confinamiento y que , según palabras de la misma autora, es fruto de la responsabilidad de educar a su hijo y de seguir haciéndolo lo mejor posible a pesar de las nuevas condiciones a las que, de repente, se tuvo que adaptar.
Una historia en la que, sin ninguna duda, muchas familias van a verse completamente reflejadas, y que surge de las inquietudes de una madre que, inesperadamente, ve todas sus rutinas (y las de su bebé) alteradas, teniendo que adaptar sus días a la nueva vida en la que el contacto con el exterior queda limitado a las vistas desde la ventana y las salidas al balcón. Unas vistas que, retratadas en las preciosas ilustraciones de Mariona Ríos, han dibujado una sonrisa en mi cara al reconocer perfectamente los edificios del barrio de “La Girada” que aparecen en ellas. Inconfundibles si eres de Vilafranca 😉

El epicentro de esta historia es Bernat, un bebé de poco más de un año que, sin comprender absolutamente nada, un día encuentra que la puerta de su casa está cerrada permanentemente bajo llave. En un momento de su vida en el que los cambios y los aprendizajes se producen a diario, el espacio en el que aprender se ve reducido a las estancias de su casa: un piso con un pequeño balcón como única salida al exterior. Un exterior que Bernat echa mucho de menos y que no comprende porque ha dejado de ser accesible. Aunque sus padres, conscientes de las necesidades de su pequeño, van a intentar aprovechar al máximo todas las oportunidades que pueden encontrar en sus nuevas rutinas y lo acompañarán en su incesante proceso evolutivo.

El relato nace de los pensamientos (no libres de emociones y preocupaciones) de la empática mamá, que deberá generar a su alrededor la máxima normalidad posible para no proyectar sus miedos y sus ansiedades a su pequeño que, ahora más que nunca, debe acompañar mientras, inmersos en una convivencia extrema, aprende a gestionar el tiempo y los recursos de una forma muy diferente.

Y todo ello amenizado por las reflexiones de Trip, el amigo Koala de Bernat, que, en negrita y cursiva, nos mostrará la cara amable del confinamiento: la liberación de la naturaleza, que ha dejado de ser tan maltratada por el ser humano y ha podido respirar y tomar oxígeno (más) limpio para sus pulmones, demostrando que la convivencia en (mayor) armonía de todos los seres que habitan en ella podría ser posible.

Leerlo ha sido como haberle puesto palabras a mis propias preocupaciones, las que también me acompañaron durante esas largas semanas, y las que seguro acompañaron a muchas mamás (y papás) que tuvieron que adaptar su día a día, darle otro sentido a su trabajo y, lo que más ha costado por la gran responsabilidad implícita, tuvieron que vestir de significado y de sentido el día a día de sus hijos.
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