
Texto de Agnès de Lestrade
Ilustraciones de Valeria Docampo
Estado por Editorial Tramuntana
A partir de 5 años
“Todos los días, a orillas del río, Rosa captura la niebla con su red de cazar mariposas. En silencio, se acerca y la atrapa con un gesto decidido. Después, se va a casa con su bolsa llena de niebla. Se instala frente a su rueca y empieza a hilar.”
Rosa captura niebla para, con ella, tejer biombos, cortinas y visillos que servirán para tapar arrugas, deudas y, si es necesario, hasta personas. Tejidos efímeros que pronto cubren todo el país pero que rápido se desvanecen, dejando ver de nuevo lo que se oculta detrás, por lo que hay que renovarlos constantemente. Así, hilando sin descanso, pasan los días de esta triste niña hasta que, una mañana, tras la niebla, aparece el cartero con una carta que le acelera e ilumina el corazón. Es una carta de su padre que despierta todos sus recuerdos: sus besos, sus abrazos, sus caricias; pero también las peleas, los gritos y su partida, que, sin más explicaciones, la deja con un enorme vacío que la acompañará hasta ese gran momento en que, gracias a esa carta, vuelva a entrar luz en su vida. Su padre le anuncia su regreso y, con él, también el de sus abrazos. Abrazos que disiparán definitivamente la niebla para sustituirla por los cálidos y brillantes rayos del sol que usará para hilar, en primer lugar, una reluciente colcha para proteger a su padre, y que serán, a partir de ese momento, la nueva materia para confeccionar sus preciados tejidos.

Agnès de Lestrade y Valeria Docampo se unen para crear genialidades. Sus obras juntas son “La gran fábrica de las palabras”, también con Editorial Tramuntana, “Justo al borde”, con Editorial Edaf, y por último este álbum que me ha dejado maravillada.
Agnès de Lestrade también es autora de “La máquina de fabricar besos”, de Tramuntana, “Un indio en mi jardín”, de Takatuka, o “Mis travesuras preferidas”, de La Fragatina, entre otros.
Por su parte, Valeria Docampo, ha ilustrado “El Cascanueces” y “El lago de los Cisnes”, de Liberantes, “El valle de los molinos”, de Tramuntana, entre varios libros más que no están publicados en nuestro país.

¿Sabes cuando ves un libro y sabes que terminará siendo tuyo? Pues eso exactamente me ha pasado con este álbum. En cuanto lo conocí, no me lo quité de la cabeza hasta que lo compré.
Es una verdadera maravilla. Estoy completamente enamorada de la historia, de las ilustraciones y de la edición que, tan bien ideada, incluye páginas en papel de seda capaces de crear una atmósfera súper auténtica. Ese juego de opacidades me parece sublime y, para mi, lo convierte en una joya que ha conquistado por completo mi corazón.

Este libro nos trae la tristeza entre sus páginas, tristeza vestida de neblina capaz de invadir por completo el mundo de Rosa, una niña marcada por un duelo no elaborado que la ha dejado anclada a un mundo gris, de donde solo obtiene niebla con la que hila y teje opacidades para cubrir su malestar. Sus tejidos, además, también servirán para cubrir los malestares del resto de habitantes de ese sombrío país, invadiendo así todos los rincones.

Tristeza, depresión, traumas del pasado que no se han resuelto. Tristeza con la que sólo generas más tristeza y que impide que nada brille, que nada luzca, que nada tenga valor ni sentido, que nada te mueva ni conmueva. Una espesura grisácea que nubla tu razón y rodea tu ser, con el agravio de la desesperación de no saber hasta cuando. Niebla que impide que afrontes tus problemas y que, por tanto (y aunque el camino pueda ser doloroso), encuentres solución.

Una hermosa niña con un universo gris que emerge de la separación de sus padres y de la pérdida, sin más explicaciones, de la figura de su padre. Una falta de explicaciones que le generan un vacío emocional del cual no se podrá liberar hasta que se resuelva su grave conflicto interior, en este caso, gracias al regreso de su padre y el regreso del amor que, de forma desconcertante, un día, de repente, había desaparecido y que tanto seguía necesitando.

En este caso, el regreso de ese amor paternal significa la resolución de su conflicto, la disipación de la incertidumbre, de la duda por no entender dónde había quedado. Y así, resolviendo dudas y generando seguridades, puede entrar de nuevo la luz en la vida de Rosa, pueden entrar los rayos del sol que, a partir de ese momento, servirán para tejer vida, para tejer felicidad y para reencontrarse con lo que parecía eternamente olvidado.

Una historia que, además de tratar el tema de la separación y de lo esencial de hablar con l@s hij@s para que comprendan el proceso y, sobretodo, para aliviarles la carga de responsabilidad que seguro van a meter en sus mochilas, trata el tema de la tristeza y de la depresión de una forma maravillosamente metafórica, dándole una vuelta más a la ya usual alegoría de la meteorología para representar los estados anímicos, y poniendo el foco en la necesidad de resolver, de tratar, de no ocultar los problemas, porque solo afrontandolos (de una forma adecuada, claro está) seremos capaces de sanar nuestra alma y dejar llegar los rayos del sol de nuevo a nuestro corazón.

Aunque en ocasiones la niebla nos empañe el camino, este siempre está lleno de razones que pueden iluminarlo de nuevo, solo hay que aprender a verlas y a valorarlas (y nadie dijo que fuera fácil).
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