Texto de Cristina Oleby

Ilustraciones de Sonja Wimmer

Editado por Emonautas

A partir de 5 años

“A Juliana le encantaba cocinar. Se colocaba entre sus padres, se subía en su taburete y juntos hacían magia con la comida…

… Pero lo que más comía a lo largo del día eran palabras. Sí, sí, palabras.”

Moviéndose simbólica y elegantemente entre la gastronomía y las palabras, estas últimas se convertirán en el plato principal de esta historia, en el plato principal (y no precisamente el preferido) de Juliana, la linda protagonista de ojos azules y rizos anaranjados con la que creo que todos vamos a conectar.

Juliana no quiere herir a quienes la rodean y, para ello, deja de atender sus necesidades para complacer constantemente los deseos de los demás. En un exceso de prudencia, quizás por miedo, quizás por timidez, quizás por inseguridad, y haciéndose responsable del bienestar de los demás, cada vez se aleja más de sí misma y convierte la condescendencia en su modo de relacionarse.

Así, una situación tras otra, poco a poco y sin darse apenas cuenta, tragará todo aquello que quisiera decir pero no dice, y todas las palabras que no llega a pronunciar se acumularan en su tripa, cada vez más llena y más pesada, ocupada completamente por los “estoymáscomodaconpantalones”, “nomegustaquemellamenfideo”, “nomegustaelcoco”, o “ahoranomeapetecequemehagancosquillas”, entre muchas otras necesidades no expresadas.

Juliana llega cada noche tan repleta de todas las opiniones o sentimientos que se ha callado que el malestar se apodera de ella y su tripa, dolorida, no le deja descansar bien. 

Se aleja peligrosamente del respeto hacia ella misma, dañando cada vez más su autoestima y su autoconcepto. 

Pero, inesperadamente, nos demostrará y se demostrará a sí misma que, con respeto y sin herir, puede comunicar lo que desea y liberar así la tensión en su vientre, sintiéndose entonces ligera y recuperando el equilibrio interior.

Juliana aprenderá, y todos junto a ella, que es la asertividad y cómo podemos desarrollar esta tan necesaria habilidad comunicativa que conlleva, como máxima incuestionable, RESPETO. Respeto hacia uno mismo y hacia los demás.

En este exquisito álbum ilustrado, Emonautas ha sabido combinar dos ingredientes sobradamente conocidos e indudablemente deliciosos: Cristina Oleby y Sonja Wimmer. El resultado es un plato que, al contrario de lo que le sucede a la protagonista, podremos digerir magníficamente y nos dejará el mejor sabor de boca.

Y de postre nos servirán una rica guía didáctica acompañada por unas propuestas de juego para trabajar en casa con los más peques.

Muy muy fan