Texto de Raquel Rodríguez García

Ilustraciones de Paco Ortega

Editado por Pábilo Editorial

A partir de 4 años

“Hoy pienso en ti y los recuerdos son tan dulces como el chocolate caliente. Me tendías tu mano cuando veías mis pasos torpes y acelerados. Jugábamos a hacer grandes olas en una pequeña bañera.”

A través de los recuerdos de una hermana pequeña, claramente autobiográficos, veremos toda una vida compartida por dos hermanos: los primeros pasos del bebé, las horas de juego y pura conexión en la bañera, la simple presencia en momentos significativos como la primera noche esperando la llegada del Ratoncito Pérez (o de Lía 😉 ), la protección y resguardo ofrecidos por el hermano mayor, los secretos y confesiones entre ambos, la empatía presente tanto en las alegrías como en las penas… Seremos testigos de cómo dos hermanos se acompañan a lo largo de toda su vida. 

Raquel Rodríguez García es autora de otros dos cuentos, “Cuéntame otro, por favor”, de Fun Readers, y “Donde duermen los sueños”, autoeditado (podéis consultar mis reseñas de ambos). Una escritora que escribe desde el corazón, con una sensibilidad y un sentimiento que a mi, personalmente, me tocan el alma.

El ilustrador es Paco Ortega, creador de texto e ilustraciones de otros dos preciosos cuentos : “De qué color es tu recuerdo”, autoeditado y en mi lista de pendientes, y “El niño y el cofre”, de Ediciones En Huida. 

Este cuento es puro amor y sentimiento. Mi lagrimita (que siempre está preparada 😉 ) brotó nada más leer las dedicatorias de los autores a sus hermanos. Y luego viene un relato conmovedor con el que, como hermana pequeña que soy, me siento identificada en cada letra escrita. 

Sin contar nada extraordinario, es capaz de transmitir lo que tantos guardamos en relación al amor que sentimos hacia nuestr@s herman@s.

Veremos que ser hermanos es jugar, es compartir, es complicidad, es disponibilidad, es protección, es acompañamiento, es presencia, es empatía, es consuelo, es orgullo, es enseñar y aprender, es gratitud, es entregar de forma completamente natural y sin darte cuenta, parte de lo mejor de ti y de tu vida a esa persona que va a crecer junto a ti en todos los sentidos, mientras tú también lo haces.

No es mentira cuando digo que nos he visto reflejados a mi y a mi hermano mayor en cada una de las palabras y de las ilustraciones (por cierto, perfectas para acompañar y complementar la historia) de este libro. Por eso me ha emocionado tanto. Y a pesar de las peleas que hemos tenido de niños, cuando miro atrás sólo veo los buenos momentos que nos han unido y que, a día de hoy, nos siguen uniendo en un lazo imposible de romper. Su felicidad me hace feliz, igual que sus penas me entristecen. Y sé que estas emociones empáticas son recíprocas.

Y ahora, como madre de Berta y Blai, me toca ser espectadora de la misma historia que yo ya he vivido (y sigo viviendo). Veo cada día como mis hijos se dan la mano y caminan juntos, a veces en plena conexión y otras “peleándose como buenos hermanos”, pero me enorgullece ver que se quieren y que están creando un vínculo que estoy segura que ya no se podrá romper. Este verano, como siempre, hemos pasado muchas más horas juntos que durante el curso, pero por primera vez, y debido a que el peque ya no es tan peque, he visto una unión entre ellos que en muchos momentos me ha emocionado.

Como madre de dos hermanos, pero sobretodo como hermana, recomiendo este libro sin dudar. Es una preciosidad. Lo he leído con mis hijos en varias ocasiones y recuerdo, la primera vez que lo conté, la sorpresa de Berta al darse cuenta, ya casi al final del cuento, que la historia habla de dos hermanos. Recuerdo su sorpresa y su sonrisa dibujada en la cara mientras se quedó pensativa y con la mirada perdida durante unos segundos.

“Que tú estés a mi lado es lo mejor de ser tu hermano”